Más de 40 bodegas españolas y extranjeras, 300 marcas y centenares de peronas han participado en la edición de Viniterraneus de este año, que ha vuelto a Formentera por sexta vez. Pocos escenarios como es Molí de Sal son capaces de convertir el trabajo en ocio como este restaurante, un viejo molino reconvertido en negocio que cuenta con las mejores vistas de las Pitiüses. Así es como se han sentido representantes y clientes, casi de vacaciones. De la mano de Enotecum, las diferentes cadenas del mercado de los vinos y los licores han podido compartir las tendencias, novedades y preferencias del momento en lo que han coincidido en denominar como un marco incomparable: Formentera.
Escandell, responsable de la conocida empresa ibicenca de distribución de vinos e impulsor y promotor de esta iniciativa, ha hallado en esta peculiar y desenfadada feria la manera de agilizar el proceso de venta. “En vez de hablar con centenares de personas sobre miles de vinos, con Viniterraneus son los propios clientes quienes departen y conocen de primera mano las características de cada marca tratando de forma directa con cada bodega, lo que les permite hacerse una idea más concreta y detallada de cada producto”, explica Escandell.
El delegado en Balears de la Bodega Domecq, de Jerez de la Frontera, Biel Tomás, ensalza las virtudes de la feria que organiza Enotecum. “No tiene nada que ver con el resto de citas que se realizan a lo largo del año. El lugar es diferente y no tiene punto de comparación, es inmejorable, lo que por sí solo contribuye a que el ambiente sea más relajado y distendido y en una sola tarde premite simplificar el trabajo de todo un mes”, comenta a noudiari.es.
Por su parte, el representante de la bodega Emendis, del Penedés, Jordi Ventura, asegura que la de Enotecum es una feria única, “tanto por la cantidad de las bodegas que participan en la misma como por cómo está concebida. Por mi trabajo he de ir a muchos eventos de este tipo y puedo afirmar que ninguno es tan recomendable como este. Vengo de Düsseldorf (Alemania) y después he de ir a Alimentaria, algo que veo como un trabajo, cosa que no me ocurre cuando he de venir a Formentera o Ibiza. En todas hay que vestir de traje y corbata, en cambio aquí (en las Pitiüses) el trato con la gente es mucho más familiar y desenfadado y, por tanto, más tranquilo, aunque igual de profesional. La proximidad con la gente es básica para este negocio y eso es lo primero que uno percibe en Viniterraneus”, relata.
Fuente: http://www.noudiari.es/2014/03/viniterraneus-entre-el-nogocio-y-el-placer/